Son casi transparentes, pero surgen de una fuerza propia, como si la luz que las recorta surgiera de su interior
Recibí los archivos por mail e inmediatamente noté que había nombrado a sus dibujos escaneados de hace unos días en el taller, como “sombras”. Sombras01, sombras02, sombras03. Dibujos de la modelo, en tinta y a pincel con mucha soltura y seguridad. Limpios, pero por sobre todo muy sensibles.
Lo extraño, que me llamó la atención, es que son sombras en sí mismas, no proyectan ninguna imagen sobre nada. Son vidas en sombra o simplemente sombras con vida. Que duermen, que caminan, miran a un lado u otro sin importar la ausencia de luz que las sostenga. Como si la luz que las recorta, fuera una luz propia, interior. Una luz que ilumina desde lo interior y no traspasa a lo externo, dando idea de oscuridad para los demás pero segura en esa luz interior. Como si se guardara todo un mundo propio que no desea ser visto por quienes no saben mirar.
Pero el mundo está, y se ve. Son sombras muy transparentes que dejan ver la estructura firme que la sostiene. Se trata de no hacer mucha luz, para no perderlas de vista; de jugar con ellas como chicos que sueñan con alcanzarlas, con ser más rápidos e intentar alejarlas, separarse, aunque sea por un instante, y se pierdan y se despeguen de los pies a los que viven amarrados. Pero estas sombras andan sueltas y no son sombras de la noche que pretenden traer miedo, moviéndose sigilosamente tras la cortina o sobre un ropero. Andan a la vista y son solo ellas.
…Se trata de no hacer mucha luz, para no perderlas de vista; de jugar con ellas como chicos que sueñan con alcanzarlas…….
Confrontan con nuestras propias sombras, a las que por momentos, preferimos no dejar ver, para no mirar. Porque también dudamos de nuestra luz, y no creemos hasta donde somos capaces de iluminar. Nos deja ese espacio, nos devuelve esa soltura, infinita transparencia y ahí volvemos a andar.
Por otra parte, tanta gente en sombra, como si una penumbra eterna los acompañara. No hay luz de sol que les alcance a iluminar sus almas guiadas por una avaricia extrema. Parecieran tener sueños cortos porque solo sueñan con tener. Y ni la luz, ni la sombra se tienen. Se goza o se padece. El problema es cuando sus penumbras son expandidas como un manto enorme sobre los muchos otros que lo rodean e invaden con sus oscuridades, la luminosidad del que crea, vive, sueña.
Dibujar debería ser eso, llegar un poquito más allá de lo apenas reproducido.
Por eso me pareció bello que simples tintas fueran sombras, porque no tienen nada de aquello y tiene todo de lo que uno desea. Dibujo, misterio.
Dibujar debería ser eso, llegar un poquito más allá de lo apenas reproducido. Ya no hay modelo posando, ya no hay mujer durmiendo, sino una historia que la vamos narrando –nos la vamos narrando- mientras nos detenemos en cada pincelada que nos lleva por una pierna, por un seno, el brazo que cae y algo que queda al descubierto.
Dibujos y pinturas: Marisa Faber