Patear el tablero

Mujeres y política

La foto de la reunión del G20 en Hamburgo muestra de manera contundente el predominio de los hombres en el mundo de la política. Efectivamente, una imagen vale más que mil palabras y hay otras como esta que además te pueden dejar muda ¿Cómo puede ser que en pleno siglo XXI una foto como esa no sea un escándalo? ¿Cuánto tiempo más va a durar nuestro silencio cómplice? ¿Cuándo vamos a empezar a tomar medidas en serio?

No se puede seguir pensando la organización política sin la participación activa de las mujeres en los lugares de decisión. Puedo dar cuenta de por qué es fundamental que dejemos de navegar en el mundo de las palabras e intenciones y pasemos a la acción concreta que cambie las condiciones del juego. Las lógicas y entramados de la política están pensadas de manera tal que la mujeres tengan que saltar una serie de obstáculos insólitos antes de llegar a una mesa de decisión. Hace muchos años que milito y he participado en diversas organizaciones, todas con el fin de buscar mayor y mejor participación. Ese recorrido  me ha permitido también trabajar con hombres y mujeres de los cuales aprendí mucho. Podría hacer un detalle pormenorizado de las diferencias de unos y otras a la hora de pensarnos y actuar en política pero no es mi intención profundizar la grieta entre nosotras y ellos. Por el contrario, estoy tratando de encontrar el punto en común que nos permita potenciarnos y superarnos en busca de una vida mejor para todos. Pero para eso es importante repetir hasta el cansancio preguntas que flotan en el aire pero que desde la política siguen sin dar respuestas.

No se puede seguir negando que vivimos en un sistema de decisiones en el que las mujeres por una razón u otra no formamos parte ¿Puede ser solo una cuestión de tiempos disponibles? ¿Puede ser que las mujeres sigan siendo excluidas ante la posibilidad de quedar embarazadas? ¿Puede ser que las mujeres sigamos siendo las principales responsables de las tareas domésticas? ¿Puede seguir siendo un costo social decidir no ser madre? ¿Puede ser que nuestros cuerpos sigan siendo objeto de metáforas y chistes en reuniones de trabajo? ¿Puede ser que un compañero te invite a una foto porque faltan mujeres al lado del ministro? Sí, todo eso puede ser y lo seguirá  siendo si no hacemos algo al respecto.

No se puede seguir negando que vivimos en un sistema de decisiones en el que las mujeres por una razón u otra no formamos parte ¿Puede ser solo una cuestión de tiempos disponibles? ¿Puede ser que las mujeres sigan siendo excluidas ante la posibilidad de quedar embarazadas?

No puedo hablar del mundo de los hombres porque soy mujer pero puedo reconocer  una especie de «cofradía» entre varones que tiene códigos de replicación de un sistema de valores y de poder en relación a la mujer que son por lo menos cuestionables. Lo puedo decir así porque me crié entre varones y fui varonera toda mi vida. Tengo empatía con los varones, los banco y los quiero para transformarnos juntos y es por eso que creo que es muy importante que dejemos de mirar para un costado con este asunto. No le hace bien a nadie. Las mujeres hemos demostrado con creces lo que somos capaces de hacer cuando nos organizamos. La experiencia de las Abuelas y Madres de Plaza de Mayo, Las Madres del Dolor, los movimientos feministas todos en su conjunto y diversidad. La experiencia del colectivo de mi barrio, donde la mayoría son mujeres, mis compañeras de trabajo y militancia ¿Qué pasa con estas experiencias que no son puestas en valor en su dimensión política? Evidentemente las contingencias de la vida de las mujeres y nuestra conformación física nos han obligado a desarrollar otras habilidades que nos permitan subsistir sin tener que recurrir a la fuerza física. Tanto es así que las madres con un pañuelo blanco y caminando en círculo dieron comienzo a una revolución maravillosa. La forma que encontraron de dar cuenta de su realidad fue con acciones concretas con las que fueron derribando puertas y fronteras y lograron ser escuchadas. La política del hacer y los cuerpos de esas mujeres nos muestran con claridad cómo juntas construyeron un camino de reparación e insistencia nunca visto, logrando que la política de derechos humanos de nuestro país sea un ejemplo a escala mundial, colaborando de manera admirable con el fortalecimiento de nuestra democracia. Una lucha que empezó con unas madres desesperadas preguntando dónde estaban sus hijos, es al día de hoy una causa que encarna todo el pueblo argentino ¿De dónde salió esa fuerza? ¿Qué las animó a tanto? ¿Será la fuerza de la sensibilidad?

La política del hacer y los cuerpos de esas mujeres nos muestran con claridad cómo juntas construyeron un camino de reparación y perseverancia logrando que la política de derechos humanos de nuestro país sea un ejemplo a escala mundial, colaborando de manera admirable con el fortalecimiento de nuestra democracia.

Creo que es muy importante que instalemos este tema en nuestra agenda. Sin más vueltas, es momento de discutirlo a fondo y sin simplificaciones. Está claro que el mundo hasta ahora conducido predominantemente por hombres no para de fracasar, en todos los sentidos posibles, y cuando aparece una mujer capaz de conducir de otra manera no solo intentan describirla como una excepción a la regla, como algo extraordinario sino que automáticamente se transforma en el centro del ataque machista  de todo el arco político y de los medios de dominación hegemónicos que son los principales responsables de la deformación y estigmatización de las mujeres en la vida pública.

Me siento parte de una generación muy comprometida con la realidad, somos la primera generación que hizo de la amistad una bandera, fuimos quienes empezamos a derribar prejuicios y barreras, los hijos e hijas de la democracia. Nos merecemos mucho más que esto que estamos viviendo y lo sabemos. Se trata de decidirnos a enfrentar el problema y resolverlo. Muchos de nosotros estamos sentados hoy en lugares de decisión, nuestra generación es la responsable de conducir nuestro destino con las decisiones que vayamos tomando en las próximas décadas. No perdamos esta oportunidad histórica de buscar y proponer nuevas reglas de juego, donde las mujeres no vivamos nuestros deseos como una carrera de obstáculos y donde nuestros cuerpos no sean objetos de burla o dominación. Debemos  unirnos y  generar todas las acciones que hagan posible una nueva realidad, donde a la hora de tomar las decisiones sobre el destino de  nuestra vida en común, estemos todxs sentados en la misma mesa. Está claro que es una construcción colectiva, donde no solo hay que patear el tablero. Hay que crear uno nuevo.

Me siento parte de una generación hermosa, somos la primera generación que hizo de la amistad una bandera, fuimos quienes empezamos a derribar prejuicios y barreras, los hijos e hijas de la democracia.

Fotos: Paula Figueroa @paula_figueroa_dg

El Chasquido es la revista del Colectivo Barrial Parque Chas.

El colectivo surgió en noviembre del año 2015, en medio de la coyuntura electoral, y decidimos seguir juntos, pensando soluciones y revalorizando la política como instrumento de transformación de la vida cotidiana. Trabajamos en el barrio, atentos al otro. Intentamos dar cuenta de nuestra realidad, analizar, pensar y actuar por fuera del discurso hegemónico de los medios de comunicación. Desde nuestra conformación hicimos ciclos de cine debate, peñas, recolección de material reciclable, charlas, encuentros. Seguimos en acción, nos escuchamos, debatimos, nos redefinimos en cada encuentro. Creemos en nosotros como comunidad. La inteligencia colectiva puede más que cualquier proeza individual. Nos reunimos periódicamente en asambleas abiertas. Estamos a la vuelta de cualquier esquina del barrio.