Dos mundos

Un repuestero en el Conurbano

Un vecino de Parque Chas que hace corretaje vendiendo repuestos, empezó a conversar a través del tiempo con uno de sus clientes más allá de lo comercial, y se encontró con un personaje que le describía una realidad que si bien era harto conocida para nuestro vecino, le pareció interesante escucharla contada con el estilo y el perfil de dicho cliente.

“Yo casi tengo 67 años, trabajo desde los 13, fui aprendiz de mecánico y después hice un curso que daba la Fiat en la calle Sarmiento de Capital. A los 27 me puse con los repuestos aquí, en Monte Grande, en sociedad con un amigo. Estaba menos poblado y se vendía menos, pero nos alcanzaba para vivir. Los años pasaron, aunque para mí los 70 fueron ayer y no entendía del todo lo que pasaba, estaba aprendiendo mucho, empecé a distinguir entre lo que era estar bajo patrón y ser independiente. Empecé a sacar conclusiones, pude valorar lo que era un sindicato, que alguna vez me había defendido y yo le desconfiaba. Uno va viendo qué es lo que le conviene y lo que no, y valorando todo eso. 

Llegó Menem, yo junté unos dólares, los repuestos importados entraban regalados, pude comprarme mi casita, la industria nacional se fundió, conocí Disney… A la Argentina le fue pésimo. Yo te voy a ser sincero, pensé en irme del país cuando se vino el 2001. Me separé de mi socio, estábamos en la lona, pero la seguí remando con lo poco que me quedó. Entonces llegó Néstor y volví a tener ganas, a tener la ilusión de quedarme en la Argentina. 

Me fui dando cuenta de que lo que nos queda son las políticas. En 2015 yo pagaba, vamos a suponer, 500 pesos de luz en el negocio, que no era poco, y en mi casa 1500. No hubo una idea más cretina que la de llevarnos los gastos fijos a 6 o 7 veces más de lo que valían. Un día casi me caigo de culo cuando descubrí que una boleta de luz en mi casa me venía con 4000 pesos, mensual, no bimestral. Eso la gente no lo ve, pero es un golpe de estado económico. Para Edesur no era necesario ese aumento. Me duele y sufrí en carne propia lo que era no poder pagar los seguros, casi no podía pagar la obra social. Lo sentía como un escarmiento.

Ahora los dueños del poder también nos tiran los precios para arriba, pero tenemos los costos fijos un poco más controlados, durante casi un año no aumentaron. En esta pandemia estamos trabajando, hay demanda, ¡no nos podemos quejar! El problema son los que manejan el verdadero poder: la justicia, los medios de comunicación, los grandes capitales. Quieren mandar ellos y por eso les molesta un gobierno del pueblo, lo quieren cercar, embalsamar, para manejar todos los hilos. Porque los que mandan no siempre están en el gobierno y hoy quieren que seamos rehenes y esclavos de ellos. Dios quiera que pase algo, que algo cambie, que la justicia empiece a ser justicia para todos. Asusta la forma en la que tratan descaradamente de imponerse por arriba de todo. Quisiera de todo corazón que esto se equilibrara, pero necesitamos ponernos en fila y no desunirnos entre nosotros.

Es cierto que todos caciques no podemos ser, pero unos pocos quieren que seamos todos indios, y hoy los caciques te intimidan, te meten miedo desde la televisión, dan como gran noticia que alguien se rebele contra una buena medida para proteger tu salud, la de la gente, nuestra salud. Dicen cosas impresionantes, amenazantes, y si es contra un político o cualquiera que defienda a los de abajo… a ese le dan con todo y se aplauden entre ellos cuando lo destruyen. Son peor que perros rabiosos. 

Te digo una cosa, mirá, mis colegas no ven nada, no se dan cuenta de que a ese cliente “ratón” que le pide el repuesto más barato, segunda marca, a ése que es el que le da de vivir porque siempre está arreglando el mismo auto, lo cuerean y lo bardean; en cambio, admiran a esos dueños de grandes distribuidoras que hablan de grandezas, de viajes, de capacitación…Todo teatro, pero se la comen. En cambio, al bolita o al que tiene una chata vieja lo recontra bardean. 

Todos los que trabajamos padecemos las mismas cosas, esos sacudones que nos dan con los precios, pero cada uno piensa en sí mismo. 

Al corredor que viene acá a mi negocio y pone la cara no es al que yo quiero enfrentar, y ni sé dónde está el que se queda con la mayor parte de esta inflación. Cuando el dólar llegó a 200 pesos las cosas se fueron a casi el doble y, como siempre, no bajaron cuando el dólar bajó. 

Hay gente, poca gente, que entiende algo y es un alivio poder conversar dos palabras. Un corredor viene desde Parque Chas, Capital, y me cuenta que en su barrio hacen reuniones y charlas para “descular” lo que pasa, y me parece alucinante, porque es como otro mundo, sin techo. A la gente de nuestro gremio si vos le decís que no estás haciendo algo para ganar guita sos “raro”, algo te funciona mal… Pero eso es peor acá, en el conurbano, yo conozco algo de Capital y allá no es tanto.

A veces le pasás un precio a alguien y te mira como si fueras un chorro, como si el precio lo armaras vos, y me parte la cabeza que no puedan ver más allá de tu cara cuando les das un precio. Algunas veces les querés explicar lo que hay detrás de un producto de marca americana que ni se sabe dónde se fabrica, y algo cachan, pocas veces. Me gustaría poder demostrarles que el dueño de una marca líder, que fabrica o hace fabricar sus repuestos y sus autos en cualquier parte del mundo, tiene asegurada su ganancia antes de que el producto esté terminado, y algunas veces ese fulano no entiende tanto de repuestos ni de autos, es un peso pesado de la especulación, el que apuesta todo a conseguir la ganancia máxima. 

Mirá lo que pasa con Ford, hoy no le rinde fabricar en Brasil y levantó todas sus fábricas y las trajo para Uruguay y para acá, y si mañana no les gusta lo que ganan acá se rajan y nos dejan en pelotas, ¡te pueden hacer un desastre! 

Hay quienes no quieren escuchar nada contra un fabricante porque tienen puesta la camiseta de la marca de su auto y andan juntando los pesitos para poder comprar un repuesto… y piensan que la culpa de que anden tan ajustados es del gobierno que llena de planes a la negrada; y capaz se ponen en contra de quien saca una ley para frenar el aumento del cable, o el gas, ¡son insufribles! y dicen: “se meten con los privados, quieren quedarse con todo para el Estado”. Tienen la idea fija de que lo que les falta a ellos lo tienen los guachos que no trabajan y cobran planes. 

Tenemos que ponernos un poco en el lugar del otro. Es cierto que en tiempos en que la cosa está difícil nos come la desesperación, pero ya no queda margen para hacernos mierda entre nosotros, tenemos que salir de esto, tenemos que aprender del ministro de economía que en lo peor del partido mantiene la calma. Aquí viene gente que parece que llega a la guardia de un hospital, viene con el auto reventado y te pide que le hagas magia vendiéndole un rulemán que se lo haga andar… Y hay que tener paciencia para hacerle entender que su auto no va más, te convertís en el médico que le tiene que decir a alguien que no tiene cura. 

A esta altura yo sé que cuando me agarra la desesperación porque no llego a algo, cuando no puedo pagar una deuda, lo peor que puedo hacer es agarrármela con el tipo que me viene a cobrar o con cualquiera que tenga cerca. En este país hace rato que los que tienen la culpa de nuestros males están muy lejos, y tienen sus socios locales”. 

Fotos: Antonio Falcao

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El Chasquido es la revista del Colectivo Barrial Parque Chas.

El colectivo surgió en noviembre del año 2015, en medio de la coyuntura electoral, y decidimos seguir juntos, pensando soluciones y revalorizando la política como instrumento de transformación de la vida cotidiana. Trabajamos en el barrio, atentos al otro. Intentamos dar cuenta de nuestra realidad, analizar, pensar y actuar por fuera del discurso hegemónico de los medios de comunicación. Desde nuestra conformación hicimos ciclos de cine debate, peñas, recolección de material reciclable, charlas, encuentros. Seguimos en acción, nos escuchamos, debatimos, nos redefinimos en cada encuentro. Creemos en nosotros como comunidad. La inteligencia colectiva puede más que cualquier proeza individual. Nos reunimos periódicamente en asambleas abiertas. Estamos a la vuelta de cualquier esquina del barrio.