Buceando significados sobre las cuestiones que nos desvelan, nos topamos con la fría certeza del diccionario. Así leemos que la soberanía es la autoridad más elevada en la cual reside el poder político y público de un pueblo, una nación o un Estado sobre su territorio y sus habitantes. Es también la independencia de cualquier Estado para crear sus leyes y controlar sus recursos sin la coerción de otros Estados.
Gozamos del derecho de elegir, mediante el voto, a quienes nos gobiernan.
Nuestros deseos, ideales, aspiraciones, se pueden concretar (o no) mediante las medidas que tomen los funcionarios en los que depositamos (no resignamos) la potestad de ejercer nuestra soberanía: somos responsables de cumplirlas y vigilar que se cumplan.
Podríamos, entonces, decir que la soberanía popular y la nacional son como la raíz y el tronco de un árbol. Siguiendo la analogía podríamos sostener que dicho tronco tiene en su médula la soberanía interna o política, y, en conjunto, la externa, la que se expresa en el ámbito regional y con el resto de las naciones.
Bosquejo de este árbol es este número de El Chasquido.
Así lo hicimos, convencidxs de que:
No se puede pensar Soberanía sin pensar lo regional, la descolonización, no sólo política y económica, sino también, la sociocultural, la de nuestros sentidos, nuestros cuerpos, nuestros modos de educar, de expresarnos o de concebir el tiempo.
Ser soberanxs, es ir hacia lo universal desde las identidades locales, diversas y contradictorias, propias de un gran territorio plurinacional.
Es sabernos sujetos atravesados por una historia colonial/ capitalista inscripta en nuestro cuerpo social y en cada uno de nosotrxs.
Es evitar el drenaje y defender nuestros recursos naturales, nuestro mar argentino, cuencas y humedales. Es la lucha obstinada contra el poder que se recicla a lo largo de la historia de nuestras venas abiertas.
Soberanía es Política de Memoria Verdad y Justicia
Es defender el cielo y los espacios verdes urbanos. Es abrir los brazos y las calles, cantar coplas, inventar y llenar ollas. Es contar cuentos, hacer origamis, intercambiar semillas y poesía. Masticar acullicos y hablar con el silencio…
Ser soberanos nos interpela para rescatar hermanxs y luchar por más derechos.
Es abrazar ideas de barro y acero, y embarrarse.
Por eso el trabajo colectivo, es Soberanía.
Les invitamos a bucear en estos sentidos a través de las notas de esta 5ta edición.
Ilustración: Martín Malamud
Diseño de portada: Paula Figueroa