Todes alguna vez nos topamos con algún origami, tal vez las más conocida grulla, alguna cajita, o una estrella. A veces simplemente lo miramos, otras lo tocamos como intentando descifrar su magia. Esta es la historia de Cami y el Origami (del japonés Oru: plegar y Kami: papel), rebautizado como “OriCami”; que fue a buscar origami y se encontró con una invitación infinita.
El aislamiento había empezado con calor y muchas posibilidades de jugar en el patio. Pero los días se fueron acortando y nos llevaban para adentro cada vez más temprano. Así que empezamos a explorar cosas: recetas, experimentos, manualidades.
Un día que estábamos armando cosas con mi hermano, me acordé del origami. “Quiero hacer origami”, le dije a mi mamá. Ella buscó y ¡encontró un libro que se llama justo así: quiero hacer origami!
El libro venía con 80 hermosos papeles para origami y en menos de una semana ya habíamos hecho todas las figuras que tiene ese libro, la mayoría sencillas, con un sólo papel; algunas un poco más difíciles.
Rápidamente se acabaron los papeles, y rápidamente llenamos dos cajas con figuras, sumando papeles glase comprados en la librería y otros que mi mamá guardaba desde que era chica. Pero queríamos seguir haciendo figuras nuevas. Así que tuvimos que comprar más papeles (aunque en realidad se pueden hacer con cualquier papelito de color reciclado que aparezca por ahí), y para vaciar las cajas empezamos a regalar origamis a cada persona que tocaba el timbre (el señor que vino a arreglar un caño, la abuela que pasaba a saludarnos de lejos, una vecina que nos traia cosas).
Una vez, estábamos copados con las mariposas y pasó mi vecina de la esquina y le regalamos unas, y ahí nos enteramos que a ella le encanta el origami. Arreglamos para encontrarnos por una videollamada, para mostrarnos y enseñarnos cosas. Era difícil enseñarnos con la compu y pensábamos: ¡qué fácil sería si estuvieramos cerca! No se olviden que era mi vecina de la esquina, así que en cuanto se pudo salir, ¡nos dimos cuenta que podíamos hacer origami juntes en la vereda!
Con los nuevos papeles que llegaron y algunos videos que buscamos, fuimos descubriendo un montón de cosas:
Las combinaciones de colores en los papeles bifaz, o en figuras que llevan varios papeles. Los papeles más especiales dan muchas posibilidades ¡pero también con los simples se logran combinaciones buenísimas!
Hay cosas que empiezan fáciles y se ponen cada vez un poquito más difíciles. Por ejemplo, hay una forma de plegar los papeles que te permite ensamblar de a 3, 6, 12 y hasta ¡30 papeles!
La importancia de doblar y marcar los papeles hacia el lado correcto (lo que en origami se llama valles y montañas). Cosas que parecen difíciles de “colapsar”, si están correctamente dobladas, casi que llevan a tus manos solas.
El placer de”colapsar», indescriptible, ese momento en que sucede la magia del origami y algo se arma. Si quieren entenderlo tendrán que probarlo ustedes. Y el otro placer, el de encastrar
Que siempre hay un origami apropiado para una celebración o un regalo. Estos los hicimos el día que trajeron a nuestra gatita nueva.
Hay origamis que se mueven, hay figuras que se pueden hacer en varios tamaños, a veces se usan papeles que no son cuadrados
Hay origamis que que se soplan (y demás de tulipanes hice un talisman de poder), y otros que se aplastan para inflarlos.
Y que el origami es para todas las personas, para todos los presupuestos, para todos los gustos. Siempre hay uno que se ajusta a lo que buscás en ese momento, y siempre podés buscar algo más. Porque el origami es una invitación infinita
Fotos: Ana Luz Abramovich