En Gándara y Gamarra se tejió la historia que aquí resumimos.
A principios del año 2017, integrantes del Colectivo Barrial Parque Chas y otrxs vecinxs nos convocamos con urgencia a la plaza Domingo Fidel Sarmiento. La «Dominguito», como la conocemos en el barrio, nos necesitaba para defenderla.
Sucedía que, sin previo aviso, estaban talando árboles. Nos pusimos de pie con firmeza frente esta pérdida que provocaban empleados del Gobierno de la Ciudad.
Luego del primer desencuentro, iniciamos un camino de reclamos y debates con funcionarios del área de Espacios Verdes. Con distintas gestiones, logramos autorización para plantar poco más que una docena de árboles. En ellas participaron comuneros, vecinxs y miembros de la organización Un árbol para tu vereda. Ellos donaron especies autóctonas, y no fue la única tarea que asumieron: también nos enseñaron su valor y su cuidado.
En estos andares estábamos cuando, en una de nuestras asambleas, alguien dio la idea: ¿por qué no aprovechar esa plantada para hacer presentes a quienes nos fueron arrebatados? ¿Por qué no plantar árboles como un homenaje a lxs vecinxs de nuestro barrio que fueron secuestrados y asesinados por la dictadura cívico militar de 1976-1983? Sabíamos de otras experiencias similares en otros lugares. Conjurar lo sufrido a la sombra de la vida que significan los árboles. Al instante el proyecto capturó nuestro entusiasmo.
Alguien dio la idea: ¿por qué no aprovechar esa plantada para hacer presentes a quienes nos fueron arrebatados?
Fue así que ejemplares de laurel criollo, algarrobo blanco, timbó, azota caballos, de sen de campo pasaron a ser parte de nuestro patrimonio el 25 de marzo de ese mismo año. Aprendimos que todas esas especies nativas fortalecen la biodiversidad. Y son, a la vez, un símbolo para preservar la memoria histórica del espacio donde vivimos.
Plantamos acompañados por familiares, quienes recordaron, llenos de emoción, los ideales y las vidas de los desaparecidxs. Ellxs trajeron sus voces, sus deseos. Plenos de abrazos, completamos con música el encuentro. Provisoriamente dejamos en cada árbol la foto de lxs compañerxs desaparecidxs. Durante todo el año organizamos las tareas de riego.
Ejemplares de laurel criollo, algarrobo blanco, timbó, azota caballos, de sen de campo pasaron a ser parte de nuestro patrimonio el 25 de marzo de ese mismo año
En 2018 pudimos colocar placas recordatorias junto a cada uno de sus árboles. Completamos la jornada con música, danza, teatro y textos en su honor. Artistas del barrio acariciaron ese encuentro colectivo. Conjurar el olvido y valorar la vida fue la consigna.
Este 23 de marzo no pudimos encontrarnos físicamente allí. Tenemos aún más árboles para plantar.
La Plaza de la Memoria está ahí, esperándonos para continuar trazando el mapa hacia un futuro mejor.
Registro fotográfico colaborativo