Se dieron cuenta, esa mañana, de que ya no sería la misma cuando no reconoció a su hija.
Ella que luchó tanto, durante años, por memoria verdad y justicia, ironía del destino, ya su memoria comenzaba a apagarse.
No dejaba de repetir un nombre : Martín, su nieto tan buscado, hijo de su querido Juan.
Sabían que cuando desaparecieron a sus padres, Martín tenía 3 meses, fue abandonado (algunos afirman en un hospital, nunca se supo bien dónde).
Durante décadas, María lo buscó. Cuando las abuelas se organizaron, comenzó a trabajar con ellas y cada nieto recuperado era una nueva esperanza ¡El próximo será Martín!−decía.
Los dos hijos de María se reunieron, ya no la dejaban ir a encontrarse con abuelas y trataban que no saliera sola, hablaban mucho con ella, ahora que los momentos de lucidez ganaban ante los pequeños olvidos.
Tuvo 5 nietos que disfrutó bastante, cuando no estaba reunida con las abuelas. La búsqueda la mantenía viva, joven, hasta que esta maldita enfermedad atacó.
Mientras la miraban descansar, Carlos, su hijo, dijo:
_Hay que hacerla feliz, mientras pueda.
−¿Cómo?− Respondió su hermana.
_ ¡¡Tiene que aparecer Martín!!
_ ¡Como si fuera tan fácil!
_ ¡Quizá lo sea!
_ ¿ Qué decís?
_ ¡No Carlos, es una locura!
_¿Por qué? Sólo basta que tenga ojos claros.
Pasó una semana y el actor elegido se hizo presente.
María estaba de buen ánimo cuando le dieron la noticia.
_ ¿En serio?
_ Si dio positivo el adn.
Armaron el encuentro familiar, no faltó nada.
Fue un domingo por la tarde.
María, vestida con sus mejores galas, lo recibió con todo el amor que guardó para él por más de 40 años.
Abrazos, besos, lágrimas…
_ ¿Viste mamá, qué parecido a Juan?. ¡Y toca la guitarra como él!
El contó ( tal lo estudiado), que fue adoptado de buena fe, que siempre tuvo dudas, y recién cuando su mamá falleció se acercó a abuelas.
María estuvo más lúcida que nunca, feliz.
Antes de despedirlo, lo miró un largo rato, le dio un beso, él prometió que volvería para conocer a todos sus primos.
María saludó a sus hijos.
_ Voy a la cama, estoy cansada.
_Viste-dijo Carlos- fue un éxito,¡estaba feliz!
María se acomodó, con todos los tiempos que tienen los viejos para irse a dormir.
Recién cuando tuvo su camisón puesto, ya en la cama, tomó la foto de Martín, y le dijo:
-¡Nunca dejaré de buscarte! y se durmió.
Fotografía: Dora Mils