Una actividad colectiva que renueva nuestra vocación por seguir sembrando vida junto a vecinxs de nuestro barrio
Lxs comunerxs de nuestra comuna tenían un lote de árboles que formaban parte de una cantidad mayor destinada a ser plantados durante marzo, en conmemoración del día y el mes de la memoria. A mediados de abril nos ofrecieron 10 de los que no habían sido plantados en ese mes, para que les diéramos lugar en las veredas de Parque Chas. Empezamos a conversar entre los vecinxs que habíamos participado del plantado de árboles del último 24 de marzo en la plaza Dominguito/De La Memoria sobre la posibilidad de trabajar continuando con la experiencia organizativa de dicho acontecimiento.
Para este 24 recurrimos al vecinx Lisandro de la ONG Un Árbol para mi Vereda que nos había cedido los que plantamos en 2017 después de aquella tala inconsulta por parte del Gobierno de la Ciudad que nos decidió a plantar raíces, savia, vida y nuestras convicciones en conmemoración de los compañerxs desaparecidxs de Parque Chas.
Medidas sanitarias, aperturas, cierres, cuidados, algún temor… llegamos a junio, cuando con todo el respeto posible por nuestra salud y la de lxs vecinxs, acordamos plantar.
La actividad fue con el lema “Árboles por la Paz y la Memoria”, en referencia a los convulsionados días que se vivían en la región y el mundo en los meses de mayo y junio, y a que se proyectaba desde nuestra plaza.
Una actividad colectiva que renueva nuestra vocación por seguir sembrando vida junto a vecinxs de nuestro barrio
El día elegido fue el sábado 26 a las 3 de la tarde cuando nuestros arbolitos empezaron a encontrar su lugar en un par de veredas y en la plaza.
Sabíamos que algunos de los canteros de las veredas que estaban libres en abril ya habían sido ocupados por iniciativa de la ciudad y, en la plaza, alguien con buena voluntad vio el cantero reservado por nosotros frente a Marsella 2550 y dispuso plantar en él una hermosa Pita. Pero como uno de los arbolitos que habíamos plantado el 24, muy cerca del lugar antes reservado, se había secado (o ahogado), lo reemplazamos por uno nuevo.
No estuvieron presentes todas las organizaciones que formábamos parte del grupo del 24 de marzo pasado, pero avanzamos los que sí pudimos estar, y nos acompañó un comunero de nuestro barrio.
La propuesta fue que los árboles que ocuparan las veredas de determinadxs vecinxs fueran apadrinados por ellxs mismxs.
En definitiva fueron 4, dos en Gamarra al 1500, uno en Berlín al 3900 y otro en la plaza, donde plantamos un Molle saludable.
La propuesta fue que los árboles que ocuparan las veredas de determinadxs vecinxs fueran apadrinados por ellxs mismxs.
La vecina Julieta de Berlín estuvo encantada con la propuesta, y feliz eligió plantar ella misma su árbol, con nuestra ayuda. Le encantaba saber que iba a crecer un gran Algarrobo Blanco frente a su casa.
Nos mandó un mensaje con emoticones cariñosos “Muchas gracias por la propuesta y la acción de plantar especies nativas en el barrio y en mi vereda!”
El vecino Daniel de Gándara al 1500, todo un personaje, en un principio parecía no entender nuestro objetivo, pero nos recibió con muy buena onda, un poco sorprendido de que nuestra dilatada promesa finalmente se cumpliera. En fin, se mostró complacido por nuestra labor en esa tarde fría, a punto de llover. Él nos había propuesto que pongamos un Aromo en el domicilio de al lado de su casa, la vereda anónima de un supermercado (que de algún modo trata como propia). No sé por qué confusión terminamos plantando el Aromito en su vereda y el Algarrobo Blanco que él eligió para su cantero, en las vereda del súper; pero el hombre conocía de flora autóctona y reaccionó bien cuando recordó que aquél da flores muy lindas que se abren a fines del invierno y duran hasta la primavera.
Desde aquella primera reunión en la que decidimos hacer esta movida, desde ir a tocar timbres de vecinxs que nos recibían con ese recelo que se tiene con un desconocidx o no-tan conocidx y, después de las demoras que nos impuso la pandemia, llegamos a esta acción acotada que nos gratificó y nos gratifica por lo intensa, por el valor intrínseco del contacto entre lxs que participamos en actividades colectivas con quienes no lo hacen y acceden a hacerlo.
En este año tan especial para la vida política de nuestro país, creemos que, en la medida en que la situación sanitaria nos lo permita, podremos producir otros hechos parecidos y de mayor escala.
En principio tenemos árboles en la plaza bien dispuestos a recibir las placas de dos compañerxs desaparecidxs de nuestro barrio que todavía no las tienen.
Fotos: Antonio Falcao
Portada: Paula Figueroa