Gambeteando la incertidumbre de una segunda ola del Covid 19 y ya en el segundo año de restricciones sanitarias, llegó el 24 de marzo.
Otra vez hubo que postergar la gran marcha y las concentraciones, pero como siempre los organismos de derechos humanos, las organizaciones populares y los que luchamos por la vida hicimos del obstáculo una acción colectiva y creativa: sembrar miles de árboles en miles de plazas del mundo con las manos de los miles que somos por los 30.000 desaparecidos en la última dictadura cívico-militar.
La cita era para las cinco de la tarde en la plaza de la Memoria de Parque Chas. La idea era que se adelantaran unos pocos integrantes de las organizaciones barriales para preparar los lugares donde se plantarían tres árboles más en homenaje a compañeras y compañeros desaparecidos del barrio, que se sumarían a los ya plantados en jornadas anteriores.
Pero en esa tarde gris no hubo ganas de llorar sino de juntarse, de ganar la calle, ocupar el espacio público, verse a distancia y con barbijo, pero verse y sentir el abrazo en un puño.
Y llegaron vecinos, compañeras, compañeros, familias con los chicos con sus plantines y herramientas para sembrar memoria. Nos costó mantener la distancia, pero nos cuidamos, fue una siembra colectiva.
Mientras unos cavaban hoyos otres colgaban pañuelos blancos y fotos en la reja de los juegos ante los ojos curiosos de los pibitos que ahí jugaban.
La pulsión colectiva nos desbordó. No se plantaron solo los tres arbolitos que teníamos pensado, fueron siete, diez o más. Se multiplicaron las manos en la plaza, en las veredas y esquinas del barrio y embarrándose entre risas y recuerdos los arbolitos desperezaron sus raíces en el corazón de la Pachamama.
Mientras caía una suave garúa hubo breves y sentidas palabras de diversos referentes barriales y el calor colectivo nos envolvió cuando sonaron los acordes del huaino Pañuelito Blanco con la cadencia del ensamble Munay Charangos que endulzó la tarde y los corazones.
Cuando la tardecita ya se apagaba tronó el grito tozudo, desgarrador y unánime: ¡30.000 detenidos-desaparecidos presentes, ahora y siempre!
Ahora y siempre.