La Chakana

La Cruz Andina

 La Chakana o Tawa-Chakana o Jach’akana o Cruz del Tiawanaku se encuentra presente a lo largo de todo el territorio andino, desde Colombia hasta Chile y Argentina. Esto marca su importancia y trascendencia cultural y cosmológica. A un nivel más amplio este símbolo nos conecta con la sabiduría de todo un conocimiento Pan Andino, cuya herencia comenzamos a desentrañar y a regenerar en nuestros tiempos.

Introducción

Desde hace ya algunos años en esta parte del mundo, varios nos hemos sumado a celebrar, los 21 de junio, el nuevo año que se corresponde con el solsticio de invierno y con el inicio de un nuevo ciclo solar. Este ritual tiene una existencia milenaria en la América del Sur (1) y entre otras cosas está vinculado a un evento natural: Es el punto más distanciado que alcanzaría el sol en su alejamiento, a partir del cual inicia, y es lo que se festeja, su retorno hacia la tierra. Luego en agosto comenzarán las siembras, continuando con el ciclo agrícola.

Este ritual, como tantos otros, son manifestaciones de una cosmovisión que habita en el alma de las comunidades y de muchos pobladores de las urbes globalizadas de Nuestra América. Los rituales agrícolas, como muchos otros, lo encontramos señalado en un símbolo que perdura a través de los tiempos, la Chacana o Cruz Andina, que es una representación con múltiples niveles de complejidad de acuerdo a su uso de la cosmovisión andina.

Qhapaq Ñan o Camino de los Justos

El Qhapaq Ñan es una línea recta que une ciudades Inkas ubicadas geográficamente en una diagonal a 45° del eje Norte-Sur. Las preguntas que surgen sobre dicho alineamiento son disímiles, pero todas válidas: ¿Quiénes construyeron estas ciudades en una “línea” de centenares de kilómetros? ¿Cómo lo hicieron? y sobre todo ¿Para qué servía, qué uso tenía? 

Indagando sobre el término Qhapaq podemos dar con lo siguiente: “Qhapaq” en el diccionario Quechua-Castellano del Padre Lira (2) , tiene un significado interesante que en ese entonces se escribió con doble “c” adelante y atrás o sea Ccápacc que significa “justo, correcto, exacto”. Basados en esto, apuntamos nuestra hipótesis: Qhapaq Ñan significaría Ruta o Camino de los Justos, de los Correctos, de los Exactos o de los Nobles y Santos, puesto que en el idioma Puquina (ancestro del kechua y Aymara), “Khapaj” significa: santo, noble.

Y allí, marcado en el suelo peruano a 45° del eje N-S (ver dibujo), tenemos una especie de TAO andino. Como se sabe el Tao asiático, es el “camino” del encuentro del hombre consigo mismo, con su verdad. Con mucha razón la descubridora del Qhapaq Ñan, la Dra. María Sholten se pregunta ¿Cuál es la verdad? O lo que es lo mismo: ¿En nuestra cultura andina, por qué la diagonal es el camino de la verdad? Estamos pues, frente a una Escuela Andina de Sabiduría, que es la disciplina global de la Qhapaq Cuna.Lo contrario sería pensar que estas ciudades se construyeron sobre una línea recta y a 45° del eje N-S, por azar, o que esta “ruta” fue construida por algún “Dios” o por “extraterrestres”. Aun así habría que indagar qué nos quisieron “decir o indicar esos señores” con tan magistral alineamiento. Pero como creemos en la grandeza de nuestros antepasados, aceptamos que fue hecho por una sabiduría y disciplina científica y tecnológica superior, que está inmersa en sí misma, es decir que explicando sus “misterios”, o “siguiendo esa ruta” podemos aprehenderla y re-conocerla. Teniendo claro este punto de partida, transitando el “ancho camino” del Qhapaq Ñan, podemos darle continuidad a nuestra “Escuela Andina”, a nuestra sabiduría sistematizada por milenios de autonomía. Siguiendo esta huella redescubriremos todo: Identidad, sabiduría, conocimientos, espiritualidad, y lo más importante, nuestra propia verdad histórica.

La Chakana

Podemos dibujar una posible respuesta geométrica a la pregunta de la Dra. Sholten ¿Cuál es la verdad?, siguiendo el “camino”…: Si tomamos un cuadrado y su diagonal o “Qhapaq Ñan” a 45°, luego un círculo que lo circunscriba y un círculo más otro cuadrado inscritos, pero este último cuadrado con sus vértices en los puntos medios de cada lado, obteniendo los puntos A y D, luego trazamos la otra diagonal de nuestro cuadrado original y obtenemos los puntos B y C, cruzando líneas por estos puntos haremos surgir una Cruz Cuadrada inscrita en el círculo mayor, pero que tiene su mismo perímetro.

Este “método” es una de las fórmulas para obtener la TAWA-CHAKANA, CRUZ ANDINA o CRUZ DEL TIAWANAKU.

Ahora bien, superpongamos este diagrama al globo terráqueo y notaremos que el Qhapaq Ñan estará a 45° del eje Norte-Sur y la “línea o camino de la verdad” o Chekaluwa prácticamente quedará superpuesta sobre el eje de rotación de la tierra, que tiene un ángulo de 23° 30’. Lo cual nos lleva a concluir que esta “Línea de la verdad o de la vida” fue originalmente el ángulo del eje de rotación de la tierra que hoy en día tiene una inclinación de 23° 30’.  Es de suponerse que el ángulo “óptimo” u original del eje de rotación fue de 22° 30’, y que esta es la inclinación exacta que crea la vida y la biodiversidad en la tierra, al ser la causa de los solsticios, de las estaciones y la diversidad de climas.  ¿Será ésta una explicación de aquella leyenda amazónica que dice que los Inkas sabían el secreto de la vida? Pero aún nos quedará la pregunta: ¿Porqué o para qué hicieron los Amautas de la Qhapaq Kuna aquel magistral alineamiento de ciudades? ¿Qué utilidad práctica tenía?

Lo que sí sabemos, porque han quedado incólumes las grandes piedras labradas de los Intihuatanas, es que a lo largo del Qhapaq Ñan en cada una de estas ciudades están aún estos sitios llamados “donde se ata al sol”.  Entonces podemos formular otra pregunta: Si el ángulo óptimo del eje de rotación terráqueo es de 22° 30’ ¿Qué relación tienen los dos grandes alineamientos Inkas con este ángulo “óptimo”’ de rotación de la tierra?

Dado que la inclinación del eje de la Tierra cede con el tiempo, cierto que lentamente, pero cede… Y siendo el Qhapaq Ñan un gran alineamiento de “intiwatanas”, es lícito preguntarse: ¿Era usado como un sistema para “amarrar al sol”? o mejor: ¿Atar el ángulo de incidencia del sol sobre la tierra?  Igualmente, no podemos dejar de pensar en: ¿Cuánto se tardará en inclinarse lo suficiente para que se dé la vuelta el mundo?; parece fantasía, pero para un hombre de la cultura andina encontrar la respuesta es algo importante, pues el significado del vocablo quechua “Pachakuti” es “se voltea el mundo”. Y la mitología y leyendas andinas quechuas y aymaras están llenas de mensajes sobre “desastres cósmicos” cíclicos llamados “Pachakutis”.

Si observamos el actual desorden climático y ecológico que se agrava cada año, podemos calcular y temer lo que va a suceder si el eje del mundo se inclina algunos minutos o un grado más.

¿Será inevitable un próximo Pachakuti  que destruya o deteriore mucho la vida sobre la tierra?  Pero lo más importante para los descendientes de los Inkas, es saber si este desastre cósmico se puede detener; o dicho de otra forma, saber si es reversible la inclinación inexorable del ángulo de rotación del eje terrestre. ¿Es el Qhapaq Ñan un sistema para armonizar el orden o equilibrio hombre-naturaleza? ¿Es este ORDEN ANDINO el que usaba el Qhapaq Ñan, como un equilibrador del mundo? Y finalmente¿Cómo lo hacían?

Son preguntas que sólo el “caminante del Qhapaq Ñan” las podrá comprender y responder, pero todas las respuestas reclaman la recuperación del ORDEN ANDINO, como una forma de reordenar el mundo o mejor, recuperar el “equilibrio del mundo” que se comenzó a romper hace 500 años con la llegada del europeo a América, año en que comenzó un “desorden cósmico” que hace en lo fundamental que el ángulo del eje de rotación de la tierra esté deteriorándose grave e irremediablemente. 

Esta herencia iconográfica está representada en antiguos asentamientos andinos como Tiwanaku y Chavin. Sus proporciones fueron usadas para construir Cuzco y el mítico QhapacÑan.

Así la Chacana se constituye en un puente cósmico entre la naturaleza, la sociedad y los seres sobrenaturales, permitiendo relacionar recíprocamente al hombre con el cosmos. Es por otro lado un elemento principal de ordenamiento territorial, social, económico y político de las sociedades del Abya Yala para alcanzar el camino del Buen Vivir (Suma Qamaña).

La Chakana como Cruz Puente entre los dos cosmos

El símbolo también tiene correspondencia con la Cruz del Sur, la constelación del Polo Sur, formada por las estrellas. De la Chakana o cruz andina se obtienen los días y meses del año andino, a través de la multiplicación y suma aritmética.

El solsticio de invierno, que marca el inicio de un nuevo ciclo agrícola o el Machaq Mara (nuevo año), tiene 13 meses cada uno de 28 días. Los cálculos matemáticos se obtienen de la Chakana o cruz andina, un símbolo geométrico que fue usado hace miles de años por la cultura Tiwanaku.

El investigador Fidel Rodríguez explicó que al enumerar cada uno de los espacios de la figura con tres escalones, se obtienen 13 espacios. “Los 13 espacios nos indican que el año tiene 13 meses. Para calcular los días de la semana, dibujamos otra cruz andina con cuatro escalones y enumeramos cada uno de sus vértices, obtenemos la cifra siete. El número nos indica los siete días de la semana”, aseveró Rodríguez.

El siguiente cálculo matemático es la multiplicación de los días de la semana: 7 por 4 que son los lados de la Chakana, se obtiene el número 28 que marcan los días de un mes.

Rodríguez explicó que en 28 días la Luna realiza su movimiento de traslación alrededor de la Tierra. El investigador remarcó que al multiplicar los 28 días por 13 meses se obtiene la cifra de 364, que simboliza los días de un año. “Pero falta un día, esa jornada es el Machaq Mara (nuevo ciclo). Es cuando el Sol está en reposo para iniciar el nuevo tiempo y espacio en la renovación de las energías”, enfatizó el matemático.

Rodríguez planteó que al sumar en forma vertical los números resultantes de la cruz andina de tres escalones se obtiene la cifra 91. El número indica los días que dura cada estación, es decir 91 días en invierno, primavera, verano y otoño, que son celebrados con diversos rituales en los equinoccios y solsticios.

Al multiplicar 91 por las cuatro estaciones, se llega a obtener también la cifra de 364, a la que se suma un día, el de la celebración del solsticio de invierno y que completa los días del año.

Los amautas (sabios aymaras) consideran que el Machaq Mara o Willka Kuti (retorno del Sol) constituye el renacimiento y renovación de todas las energías que permiten el equilibrio entre la humanidad y la naturaleza. El ritual de esperar los rayos solares se cumplirá en el área rural y también en las ciudades.

  1. Machaq Mara (quechua), Inti Raymi (aymara), Wiñoy Xipantu (mapuche).
  2. Lira A. Jorge. Diccionario Kkechua-Español. Cuadernos culturales Andinos.  Bogotá, 1982.
  3. Textos están basados en el libro “QhapaqÑan, La Ruta Inka de Sabiduría” de Javier Lajo. Centro de Estudios Nueva Economía y Sociedad -CENES.

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El Chasquido es la revista del Colectivo Barrial Parque Chas.

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