Si revisamos la historia, al menos la oficialmente contada, sabremos que el actual parque de Agronomía data de 1887 y que para 1891 Carlos Thays encomendó la parquización de ese bosque de entre 80 y 100 hectáreas que se llamaría Parque Rawson.
También conocido como Parque del Oeste, en 1901 el área se amplió a 185 hectáreas con la idea de incluir, además de las zonas recreativas, espacios destinados a la investigación científica.
En 1903 por ley del Congreso se fundó una estación agronómica, una granja modelo y una escuela de práctica de agricultura.
En 1904 se iniciaron las obras de lo que serían los espacios de la Facultad de Agronomía y Veterinaria.
Ya más cerca del hoy, en los años ´70 el predio fue catalogado por el Consejo Deliberante de la ciudad como Urbanización Parque (UP), teniendo en cuenta su utilidad como pulmón verde de la ciudad y como espacio recreativo.
Existe un conflicto histórico entre la ciudad de Buenos Aires y la UBA por el destino que se le debe dar a ese predio, dado que durante 100 años hubo muchas idas y vueltas en relación a su uso.
La UBA aspira a que la Legislatura derogue la catalogación UP y se le ceda definitivamente y en su totalidad para usos académicos, con la finalidad de seguir construyendo el Centro Universitario Paternal, con lo que el parque dejaría de ser de acceso público para convertirse en un campus universitario.
Este conflicto perdura y los vecinos de los barrios aledaños, que desde siempre han utilizado el parque como espacio recreativo, se ven atrapados en un debate donde ni siquiera son los convidados de piedra.
El predio fue destinado desde principios del siglo XX para uso recreativo y científico, algo que desde una mirada razonable no sería contradictorio y ambos usos deberían poder convivir sin problemas.
Y llegó la pandemia.
El parque de Agronomía es el tercer pulmón verde de la ciudad.
En una ciudad cuyos espacios verdes y públicos han ido desapareciendo a manos de una arrolladora marea de especuladores inmobiliarios que, gracias a los favores de diversos intendentes y funcionarios de la ciudad, han usurpado tierras públicas construyendo fastuosos proyectos inmobiliarios, los parques, las plazas y la costa del río son una necesidad imperiosa para la salud y la calidad de vida de los habitantes de la ciudad.
Todo esto se agudizó más aún por la pandemia.
Desde su inicio el predio de Agronomía se cerró, algo que se entiende como razonable en ese contexto. Según los voceros de la Fauba, esto continuará así hasta que la UBA decida abrir las puertas de las facultades.
Lo que movilizó a los vecinos y usuarios del parque fue que el cierre de la facultad y sus instalaciones incluyó también al parque.
A partir de ahí se instaló la polémica, dado que parte de la comunidad educativa y la dirección de la Fauba argumentaron la necesidad de cerrar todo por razones varias que incluían la seguridad de las instalaciones, la falta de personal para controlar los accesos y la ausencia de control de seguridad en el predio.
Son muchos los dimes y diretes que ha suscitado esta pandemia en torno al predio de Agronomía, donde los voceros de la Fauba exponen sus argumentos desde una postura que niega la catalogación del predio como un parque de acceso público (UP), mientras que la gestión del Gobierno de la CABA no cumple con su obligación de mantener el parque en buen estado, iluminado, mantenido y con personal de control y seguridad idóneo. Esto ha puesto de manifiesto la ausencia de la voz de los vecinos-ciudadanos.
De la misma manera que el Gobierno de la CABA especula con futuros negocios inmobiliarios privados en ese predio, la UBA por su parte ha construido edificios por fuera de cualquier reglamentación o legislación, degradando de ese modo las condiciones de una Urbanización Parque que indica que ese espacio debe ser verde, absorbente de aguas de lluvia que alimenten las napas y de uso público.
Tanto la UBA como el Gobierno de la ciudad despliegan una postura intransigente e inconsulta en función de proyectos propios que no incluyen de ninguna manera a los vecinos-ciudadanos.
Ante esta situación muchos vecinos se han juntado a informarse y debatir este tema en los accesos al predio hoy cerrado.
El encierro obligatorio que sobrellevó el mundo durante el 2020 ha impactado, sin duda, en el ánimo de la población y en sus necesidades de esparcimiento y aire fresco.
La ley orgánica de Comunas (1777) sancionada en 2005 estipula las competencias exclusivas de las comunas en su artículo 10, entre las que está el inciso B que reza “La planificación, ejecución y control de los trabajos de mantenimiento de los espacios verdes, de conformidad con la Ley de Presupuesto”.
Esta ley es una herramienta de participación ciudadana que duerme en algún cajón del Gobierno de la ciudad y que la gestión de los últimos 13 años evita implementar desde siempre, ignorando el mandato de la Constitución de la CABA.
Más allá del esfuerzo de algunos comuneros que piensan en el bien común, hoy las Comunas funcionan como una estructura hueca que solo es funcional al partido gobernante que encabeza Horacio Rodríguez Larreta, en un claro ninguneo de la ley y sus posibilidades de poner en práctica la democracia participativa.
En un momento en que se avanza en la privatización de la costa del río en Costa Salguero y Punta Carrasco, en la ex Ciudad Deportiva de la Boca y en los predios ferroviarios entre otros espacios verdes y públicos, los vecinos-ciudadanos buscan otras formas de participación que de algún modo interpelen a quienes hoy tienen el poder de decisión sobre un espacio verde, público y de vital importancia como es el predio de Agronomía.
3/8/2021
Informe e investigación: Antonio Falcao.
Fotos: Paula Figueroa – Vivi Prado