Nació en 1919, se encontró y conoció a Perón en el 44 y se murió en el 52, menos de 8 años de trayectoria política. Casi un suspiro en términos históricos, pero hoy, a casi 70 años de su muerte, está cada día más viva y presente, reconvertida en ícono, pero también en símbolo del amor al pueblo con esa componente tan fuerte y presente de los nuevos feminismos del presente…pero eso es solo un recuento de los hechos históricos, en mí que fue y es Evita.
Mi recuerdo primero es a los 5 años, un evento en mi barrio de Caballito para el 25 de mayo, lo que llaman las fiestas mayas, cerraron la avenida Juan Bautista Alberdi y tiraron arena sobre los adoquines, hubo desfiles gauchescos y del regimiento de ganaderos a caballo, después, juegos de carreras de triciclos, carrera de tres pies, carrera de embolsados, del huevo y la cuchara y a la noche cine al aire libre con películas de Carlitos Chaplin y dibujos animados, y lo más importante, entrega de juguetes de la Fundación Evita. A mí me tocó una locomotor de chapa “así de grande”, nunca vi a Evita, ella no estuvo ese día ahí porque ya había muerto, pero vino conmigo y la locomotora de chapa y entró en mi casa y en mi corazón para siempre.
Yo era muy chico, pero de amor de madre sabia un montón, y eso fue, lo descubrí mucho después, lo que ese día nos daban a los chicos junto a los juguetes.
Después, eso quedó en ese recuerdo, la locomotora se perdió en los tiempos de la madurez y cuando en los fines de los 60 empecé a estudiar la historia reciente de nuestro país, reapareció ella, su figura y sus discursos, y reapareció la locomotora de chapa…me encontré cantando consignas políticas con su nombre, desarmando todos los discursos antiperonistas de muchos compañeros de izquierda que denostaban la experiencia peronista y, subido a esa locomotora, me descubrí mí mismo como parte de ese movimiento popular, único, inédito e inexplicable.
Siempre recuerdo mi participación de una manifestación durante los años de la dictadura de Onganía por el barrio de once donde había columnas de manifestantes de partidos de izquierda y peronistas, y las consignas se mezclaban, los de izquierda cantaban “lucha, lucha armada, que viva el Che Guevara” y nosotros “si Evita viviera seria Montonera” …su mezclaban las consignas y yo escuchaba “lucha lucha armada, si Evita viviera, sería el Che Guevara”
Después se desató la represión y nos corrieron a todos sin discriminar banderías.
Luego fui comprometiéndome más a fondo con mi militancia política y Eva fue creciendo más y más en mí. Ese amor a la cusa popular que expresaba ella, más allá de su presencia física, fue lo que me movilizó y me dio fuerzas, al igual que a muchos de mis compañeros, para llevar adelante el sueño de una patria justa libre y soberana.
Recuerdo cuando Perón volvió a Argentina el 17 de noviembre de 1972, yo militaba en una UB de Lanús y movilizamos a la gente del barrio y salimos de madrugada a Ezeiza a recibir al viejo. En el camino pasábamos por barrios populares, villas etc. Y la gente salía a la puerta de sus casas y nos aplaudía, llovía muchísimo, pero igual la gente salía y en un momento pasamos por el frente de una casita muy humilde y salió un señor (en ese momento habría dicho un viejo), con una inmensa foto de Eva y la levantaba sobre su cabeza a nuestro paso … otra vez vi mi locomotora de chapa ahí.
En el 74 me designaron para conducir una UB en Tristán Suarez, un pueblo casi rural en esa época y debíamos formar las agrupaciones que funcionaban en otros lugares, entre ellas la Agrupación Evita. Como no tenía ninguna compañera para llevar adelante la organización esa en el barrio, lo hice yo y convoqué a las mujeres del barrio para crearla. Las compañeras se reían porque una agrupación feminista era impulsada por un varón…luego hablamos mucho sobre Eva y ahí se entusiasmaron y las subí a mi locomotora de chapa.
Mucho después tuve una hija, mi primera hija, y le pedía la madre que quería homenajear a Eva poniéndole ese nombre a ella.
Ahora, pasados tantos años y vivencias trato de transmitirles a mis hijas, esa pasión que esa mujer tenía y nos pasó a tantos niños de entonces, a las mujeres que hoy luchan también por los derechos de todos, las que hoy la tienen también como bandera de esa lucha por ni una menos.
Eva es inmortal por eso, por todo ese amor que desparramó por toda la justicia social que impulsó y también por el odio de los poderosos que generó, los que se alegraron de su enfermedad y muerte.
Para mí sigue siendo la locomotora de chapa que me llevó por toda esta vida sin parar, y junto a mí en la cabina de manejo está ella, mi Evita.
Diseño de Portada: Paula Figueroa